Asociación Misionera de Iglesias Pentecostales

Querido lector, ¿alguna vez has sentido en tu corazón un anhelo profundo de hacer algo significativo, algo que trascienda? A veces, miramos a nuestro alrededor, vemos el sufrimiento en nuestras calles, la soledad en las miradas que evitamos, y nos preguntamos: "¿Qué puedo hacer yo?". Pensamos que las misiones son para tierras lejanas, para otros lugares donde la necesidad es más visible. Pero la verdad, la realidad que Jesús nos enseñó, es que la misión comienza aquí. Empieza con tu vecino, con el que sufre en silencio en tu misma ciudad.

Querido lector, ¿alguna vez te has detenido a pensar en el poder de una sola persona? Una palabra, un gesto, un pequeño acto de amor pueden transformar una vida. ¿Y si todos, tú y yo, nos comprometiéramos a sembrar esperanza en el corazón de cada persona que encontramos? Imagínalo… Un mundo donde el amor, la bondad y la compasión fueran nuestras primeras respuestas. ¿No sería ese el mundo que anhelamos, un mundo lleno de paz, de familias restauradas, de naciones unidas bajo el amor de Cristo?

Querido lector, ¿alguna vez te has quedado sin palabras frente a la devastación que ves en las noticias? Te has preguntado: "¿Hasta cuándo podremos soportar tanta tragedia?" Huracanes que arrasan vidas, guerras que destruyen hogares, pobreza que rompe el alma. Cada día, el mundo parece un poco más oscuro. ¿Pero acaso hemos perdido toda esperanza? ¿Existe algo capaz de unirnos y sanar tantas heridas?